jueves, 27 de octubre de 2011

Jesús Desangles o la fuerza impetuosa encarnada



La obra de Jesús Desangles ocupa un lugar específico en la pintura dominicana. Muy pocos artistas pueden darse el lujo de pintar sin seguir siempre un mismo estilo. El personaje es a la imagen de su producción artística; un hombre fuerte, independiente, con convicciones propias sobre el por qué del Arte, un hombre parecido al inmenso Jean Dubuffet.  Mirando las obras presentadas actualmente en el Museo de las Casas Reales de Santo Domingo, podemos percatarnos de que este comentario es una realidad. La exposición, divida en dos salas, tiene alrededor de treinta obras de una gran diversidad estilística.

Entrando en la primera sala, frente a nosotros en el fondo, un “Cristo” nos acoge, de una delgadez sorprendente. Su cuerpo y sobre todo sus manos se parecen a la textura de la madera de la cruz. De este modo, nos identificamos todavía más al momento crucial de la crucifixión. Es una obra de una fuerza impresionante que impacta al espectador en la entrada

La obra “En la plaza”, de gran tamaño, presenta una muchedumbre de colores vivos donde el color negro permite delimitar y esculpir figuras enigmáticas. Se parece a un carnaval por todo lo que baila  la línea, con una libertad absoluta en la continuidad de la misma. El artista dice que “el arte es un rompecabezas, un juego”. En esta obra, el hecho que el sujeto llene totalmente el espacio y que cada forma o figura se una a la otra por la línea negra es una confirmación de los dichos de él. Es  cierto que el ojo tiene la libre posibilidad de caminar en el lienzo como le inspire. Es algo que él comparte con el movimiento de la “figuración libre” y unos de sus representantes más famosos: Robert Combas. Ahora bien, nos acercamos a este movimiento por el trazo negro bailando que se encuentra en las obras de los dos y la necesidad temperamental de llenar el espacio. Por otra parte, la mirada, en algunos momentos, se va a confrontar a los rostros con las órbitas de los ojos vacíos, entrando en una nueva dimensión, la fuerza expresiva. No sabemos si estas figuras representan algún dios, mago o simbolización del ser humano visto desde la cultura latinoamericana. Mi contemplación se ubica entre movimiento impulsivo del conjunto  línea/colores y la majestuosidad de las figuras.

En otra obra de la serie “Bañistas 8”, la línea sigue bailando, con su misma libertad, pero con una gráfica diferente. La multiplicidad de las pinceladas y el enfoque monocromo da a pensar en la obra de Pierre Alechinsky. El trazo interrumpido y desmultiplicado que se ve en esta obra es típico del trabajo de Alechinsky.  El comparte también la espontaneidad sin límites. Existe una línea casi musical parecida a una pieza del compositor Michel Portal.

Indudablemente, mirando la serie “Carnaval” se nota la influencia de Jean Dubuffet. La necesidad de llenar el espacio físico de la obra, hasta el punto que el lienzo no es suficiente para expresarse. Son como convulsiones artísticas, un deseo fuerte de dejar los colores brotar del tubo. Es una necesidad primaria. Desangles comenta que quiere llegar a un punto donde la parte académica no se vea en sus trabajos para tener una espontaneidad y libertad total. Además, la elección de colores es otro punto común. Son dos monstruos de la pintura por la energía que ellos sacan del color y de la repartición de la forma en la tela. Jesús Desangles tiene una admiración por el maestro del Arte en Bruto (Art Brut). Cuando él vió por primera vez su obra, se quedó sorprendido por la fuerza que transmite los trabajos de Jean Dubuffet. 

Pero, él, por ser caribeño, comparte también algo con el movimiento COBRA en el sentido que la gama de colores se acerca más a las obras de un pintor  como el holandés Theo Woulecamp. Los colores vivos casi puros tienen algo que ver con la herencia latinoamericana y los ancestros indios. Si retomamos la serie del “Carnaval”, el uso del color se parece mucho a lo que hizo el movimiento COBRA en el sentido que son colores puros aplicados directamente en el lienzo sin buscar lo bello como efecto.

En los dibujos, Jesús Desangles tiene una fuerza contenida. Con la misma espontaneidad pero con cierta tranquilidad, él sigue llenando el papel de sus líneas bailarinas para nuestra felicidad más grande. En las técnicas del pastel, de la tinta y de la sanguina se nota un gran dominio de la línea, la cual adquiere una dimensión expresiva para dar volumen y movimiento; en fin, vida. En la obra titulada “Boyeista”, con casi una sola línea, él dibuja un rostro que tiene una presencia impresionante. Se puede llegar a este resultado solamente con la firmeza y la seguridad de la mano.

Su temperamento y sus ideas son muy importantes. Desangles no quiere llevarse ni de una institución ni de un estilo. El crea según sus deseos y sus preocupaciones, proponiendo obras que puedan parecer muy diferentes pero siempre con la impetuosidad de la creación, aliada a una fuerza expresiva del color/línea. El propone como discurso una negativa a la especialización y no se encierra en un estilo o técnica. Los elementos fuertes los toma del Art Brut, de COBRA y de la figuración libre. Ninguno de estos tres movimientos transmite tranquilidad sino fuerza máxima al límite de la ruptura.  El llega al punto de fusión donde todo puede quebrar, para crear un universo siempre en movimiento. Su línea jamás se cansa de bailar y sus colores de difundir la pasión.

miércoles, 19 de octubre de 2011


Olivier Dubois-Cherrier y Richard-Viktor Sainsily Cayol
Sentidos mezclados
Embajada de Francia de Santo Domingo
Septiembre- Octubre 2011


La Embajada de Francia en Santo Domingo recibe hasta el 21 de octubre del 2011 la exposición “Sentidos Mezclados” de los artistas Olivier Dubois-Cherrier y Richard-Viktor Sainsily Cayol. Esta exposición nació de la idea de hacer “cohabitar” dos personas que, al principio, no pensaban trabajar juntos para dar frutos artísticos. La maravilla del arte es que tiene la capacidad de reunir las ideas y las personas. El propósito de la exposición es  que los dos artistas trabajen juntos en un mismo taller, costumbre perdida pero  común en épocas anteriores. En la última exposición en Guadalupe, cada uno pudo intervenir sobre la obra del acólito. Algunos pueden pensar que es un sacrilegio, otros que es una experiencia que vale la pena. Pero las obras presentadas en Santo Domingo son personales, mostrando el impacto del trabajo común anterior. En fin, lo que nos interesa, es el resultado visual que las paredes de la embajada nos ofrecen.


Los formatos grandes

La primera impresión, cuando recorremos las diferentes salas del lugar, es la inmensidad. Esto  por el tamaño de las obras. Son paisajes sin límites con juegos espaciales de colores. La mayoría son formatos grandes que permiten a los dos pintores expresarse con una cierta libertad gestual. Esta libertad gestual se nota en la manera con la cual los pintores plasmaron los colores. Las fotos del taller en el catálogo de la exposición mostrando a los dos actuando revelan su manera de trabajar. Hace pensar en el “action painting” de Jackson Pollock. El resultado visual es refrescante en el sentido que sale de las obras un viento de libertad procedente de ninguna parte. En varias obras, no solamente el tamaño de los cuadros juega un papel importante, sino también la línea horizontal que divide en dos partes las pinturas. En la serie “La posibilidad de una isla” ella aparece claramente. Esta línea forma un horizonte que podemos calificar de lejano. Siempre el horizonte es lejano, pero en este caso especifico, más todavía creando un efecto de infinito. Parece un mundo aparentemente terrestre donde el ser humano aunque no esté presente físicamente, se siente su presencia. El infinito aparece también en obras más abstractas cuando líneas y campos de colores comparten el espacio del lienzo.


Los campos de colores

El tratamiento de los colores en varias obras tiene algo que ver con el trabajo de Mark Rothko. El fondo de color no es un fondo como tal sino una prolongación del espacio de los otros planos. No es un receptáculo. El critico de arte Clement Greenberg llama esto el “colorfield painting”. Son campos de colores donde se plantea no solamente la idea de la inmensidad y del infinito, como vimos, sino también una cierta espiritualidad. En el caso de Rothko, esa espiritualidad fue claramente expresada por el artista a lo largo de toda su vida. Olivier Dubois-Cherrier y Richard-Viktor Sainsily Cayol quieren concientizarnos sobre la dualidad entre la naturaleza y el ser humano. Es lo que explica la presencia de rastros, productos de nuestra sociedad. Nos invitan a una reflexión sobre el hecho que la naturaleza tiene la capacidad de reenviar una imagen de nuestras intervenciones sobre el medio ambiente a través de la presencia de numerosos objetos de la vida cotidiana. Estos objetos muestran los daños que puede provocar el ser humano frente a la pureza de un mundo figurado por los campos de colores. En este sentido, nuestros dos artistas y Rothko a través de un tratamiento de “planeidad” de los colores buscan una cierta pureza. Ellos quieren mostrar que a pesar de todo, el mundo tendrá la última palabra. Es una visión artística que nos habla de una cierta poética del espacio. Es una poética que no pone al ser humano en el centro del universo sino las fuerzas naturales representadas por la fuerza expresiva de los colores. Hay que dejarse llevar por los campos de colores para que las pinturas juegen su papel: ubicar al espectador entre el sueño y la realidad.  


Una técnica o varias técnicas

 Los elementos más pequeños como los efectos de derrame del color que aparecen en varias ocasiones, los collages o los detalles tratados en técnicas dan un punto de referencia en cuanto a la escala. Cada objeto pegado permite al ojo comparar el tamaño de estos mismos objetos con el campo colorido. Los objetos recuperados tienen una segunda vida, técnica utilizada por Kurt Schwitters  del movimiento Dada. Existe también un esfuerzo en las búsquedas de las técnicas. No podemos hablar de una técnica mixta dada su complejidad por  el uso de varias técnicas (collage, vitral, objetos pegados….). Es un desafío poner tantas materias en un mismo lienzo. Lo más sorprendente es que a primera vista, no se ve la complejidad técnica dejando al ojo analizar de manera casi inconsciente la construcción de la obra. La verdad es que los artistas logran efectos interesantes y nuevos que permiten llevar sus obras al mismo campo de reflexión sobre las preocupaciones actuales que tocan el medio ambiente.


Si la originalidad de la exposición proviene, al principio, de un trabajo común de dos artistas, tenemos que reconocer que las obras expuestas nos cuestionan tanto a nivel plástico como a nivel del significado. Salimos diferentes de la exposición. Es que las pinturas dejan una marca en la mente. Es una de las funciones importantes del arte;    provocar no solamente una reacción sino también una concientización de elementos que puedan ser abstractos. Por lo que traen las obras, es una exposición que no se puede perder. Es un gran momento para todos los que aprecian pinturas únicas.