miércoles, 20 de abril de 2011

Los espacios de Mayobanex Vargas o la visión compleja de una perspectiva única





Mirar la obra de Mayobanex Vargas es como mirar en el espejo de un mundo fascinante.  Su tema principal: la mujer, la omnipresencia de la figura femenina. Se desarrolla también el lado surrealista del artista, con todos los enfoques y vínculos en relación con este movimiento.

La pregunta es cómo entender una obra que se expone a la mirada del observador con una claridad tan aparente ¿La fascinación sería el fruto de una construcción compleja?


Usualmente, un cuadro está hecho de varios planos (primer plano, segundo plano…) que dan profundidad o perspectiva a la obra.  A partir del cubismo los planos están construidos de manera diferente, en el sentido que el artista toma mayor libertad en la construcción de los diferentes planos, guardando cierta homogeneidad. Es decir que los planos respetan una unidad. Con los surrealistas, esa unidad se ve fragmentada, porque el mensaje tan complejo y la desconexión con la realidad no permiten un tipo de construcción similar, y además son el motor de la creación. La construcción de Mayobanex es compleja y se necesita hablar de espacios autónomos que interaccionan entre ellos mismos. De hecho, existen por lo menos tres estructuras o grupos de elementos que constituyen un cuadro que no son planos, como lo entendemos de costumbre.

El fondo, espacio propio, no es un receptáculo que sirve a la figura para desarrollarse. Es como si fuera un lugar indefinido, bastante oscuro y que tiene casi siempre una fuente de luz, una apertura en la pared ¿la ventana abierta sobre el mundo de Vasari, quizás?. De esta apertura se ve un paisaje sin fronteras donde el horizonte marca el infinito y la pequeñez del ser humano frente al mundo original, virgen, atemporal, llegando del principio con su misma expresión, poniendo al ser frente a su realidad de mortal. Este fondo ayuda a entender lo metafísico de su obra. Sus fondos tienen algo que ver con los de Chirico[1] con todo el mensaje que puede traer esta comparación.

La segunda estructura: las figuras humanas que evolucionan en un espacio transparente, que tiene la propiedad de mantenerlas en una misma posición. Espacio transparente, en el sentido que es un espacio libre de toda cosa material para que tenga un ambiente en el cual las figuras evolucionen libremente. Hay algo teatral, como si la figura fuera bailarina o actor debiendo mimar alrededor de ella para existir y creando su propio espacio. Su manera de ver el ser humano es algo ontológico porque no se sirve de alguien en particular para representar este mismo ser humano, sino que usa la imagen icónica de una especie de mujer entre modelo y musa.

Finalmente tenemos el tercer espacio, compuesto por todos los elementos de color que pueblan su obra. Es un microcosmo. En la historia del arte, tenemos la presencia de muchos elementos que parecen no ser parte de la composición, estos se llaman “capriccio”. Son detalles que el pintor pone para captar la atención de manera más o menos inconsciente. Los diferentes elementos de color que se encuentran en la obra de Mayobanex Vargas funcionan como si fueran “capriccio” por la construcción, pero el sentido que llevan a pensar en vanidades. El género muy particular de las vanidades sirve para entender el lado metafísico u ontológico de la vida. Los cuadros de vanidades estaban frecuentemente presentes en los “gabinetes de curiosidad’ aparecidos en el siglo XVI. A nivel iconográfico, estos elementos de color son representaciones de animales (mariposas, babosas) que hacen referencia al tiempo. Estas vanidades tienen una parte de misterio y otra de explicación, en la obra. Se escriben en la realidad creativa contemporánea. A nivel de la construcción son una pantalla en la obra porque están en el espacio físico del cuadro, pero fuera del espacio real. Preservan la intimidad de las figuras humanas.

Tenemos la confirmación de la existencia de estas tres estructuras independientes porque cada una tiene su propia fuente de luz, dando su autonomía luminosa a cada una.

El caso particular del hilo: no tiene su espacio propio, pero es sumamente importante porque es el elemento que liga este microcosmo a las figuras, jugando el mismo rol que juega lo metafísico que sale del fondo, para ligarlo a las figuras humanas.

Así, tenemos “capas” de espacios que interaccionan entre sí para dar a la obra su originalidad constructiva y su profundidad, tanto especial como significativa


A nivel iconográfico el hiperrealismo de cada uno de sus espacios tiene como logro dar una fuerza expresiva a sus composiciones. Pero no hay un hiperrealismo total, en el sentido que sus imágenes no tienen como finalidad que parezcan una foto, como la obra de un pintor hiperrealista. El tiene su propio estilo, su propio mundo, afirmando un carácter y una originalidad en la expresión de sus ideas y preocupaciones.

Dan ganas de tomar su tiempo para mirar y mirar, para llegar al punto de admirar. Con las obras de Mayobanex Vargas, el tiempo es sinónimo de contemplación y placer. El tiempo es arte, el arte es contemplación y tomar el tiempo de contemplar es placer.

                                                                   Texto escrito por Patrick Landry
                                                                   Lic de la Sorbona de Paris


[1]  Giorgio de Chirico (1888-1978) Pintor  surrealista italiano fundador de la “scuola metafisica”.

lunes, 18 de abril de 2011

Gausachs, un virtuoso de la línea: un trazo rápido y nervioso


Si es verdad que un buen pintor puede librarse de la línea para superar su obra, como en el caso de Matisse, el pintor del color por excelencia, ante todo un buen pintor se reconoce por la calidad de su línea. ¿Quien podría decir que el trazo de Matisse tiene solamente un interés figurativo, y no una fluidez insuperable hasta hoy? Tenemos la tendencia  como crítico y amante del arte de dejar  la base de todo: el dibujo.



Ante todo un artista debe ser un excelente dibujante. Nadie corresponde mejor a esta afirmación que Josep Gausachs. Es un tremendo dibujante. Con la virtuosidad de su línea, él ha sido capaz captar la esencia de la vida cotidiana dominicana. Sus dibujos son instantes de vida, momentos robados, actitudes, gestos, bellezas de la instantaneidad de cualquier género, ya sean paisajes o figuras humanas.



Los paisajes de Gausachs muestran, no solamente la riqueza de la naturaleza caribeña de las playas, montañas o pueblos, sino también la exuberancia de la fauna dominicana. Y su trazo nervioso permite reflejar esta exuberancia. Existen muchos ejemplos de palmeras, con una profusión de trazos que solo una línea precisa, múltiple y viva, puede pegar en una hora de papel de dibujo. La mixitad de los follajes es una cosa bella de observar, sin embargo es quizás más impresionante todavía verla dibujada o pintada con tal vida. De esta forma, nos damos cuenta más fácilmente de la belleza de la naturaleza. Existen muchos cuadros o dibujos que prueban el sentido de observación del artista. Sino, ¿cuántas vistas de calles de pueblitos son no solamente un testimonio de la vida campesina, sino también, una joya de espontaneidad del trazo?

Con la misma observación meticulosa, Gausachs ha sabido captar momentos íntimos, actividades sociales o laborales de los dominicanos, con una gran precisión, privilegiando la simplicidad y la verdad del ser humano. No hay, en sus esbozos, detalles inútiles. Cada trazo tiene una importancia para el equilibrio general de la composición y por la transmisión de los sentimientos. Este dibujante hizo muchos desnudos de mujeres, donde aparece una influencia de Matisse tan artística como conceptual. El trazo que corre, así preciso, de un solo tiro, y las posiciones lánguidas de sus odaliscas, son como un eco  a las obras del maestro francés.
En oposición a la suavidad de ciertas odaliscas, él tiene también una serie de dibujos con un trazo incisivo que pone la mujer frente a la realidad humana, a la manera de Egon Schiele. El trazo en este caso es más nervioso, tallando literalmente el cuerpo, imprimiéndole cierto dolor.  Las palabras no bastan para describir la calidad de dibujante de este artista.


Ante todo, la obra de Gausachs es un himno a la belleza. Es apurada, sin artífice, tiene la belleza natural del instante. Se muestra sin compromiso, sin efecto artístico superfluo. Los defectos o irregularidades participan, al igual que los pedazos perfectos, en un conjunto que deja existir la belleza. Es una estética moderna que toma en cuenta un mundo en pleno cambio, tanto a nivel filosófico como artístico. No se puede olvidar que Gausachs estaba en París cuando surgieron todos los movimientos artísticos, los “ismos” del principio del siglo XX. El pasaje parisino lo marcó profundamente. Esta estética moderna, originada en el siglo XIX, permanece hoy en día, como una de las principales preocupaciones de los artistas. Como muchos otros en la primera mitad del siglo XX, su obra es polifacética y con muchas experimentaciones. Ése es el valor real de la obra de Josep Gausachs.


Hay que reconocer que su obra es muy poco conocida. Falta mucho todavía  para entender una obra inmensa y tan prolífica. Es una pena que solamente algunos coleccionistas tengan dibujos o pinturas de un artista de su envergadura. Es el caso del señor Bellapart  que presentó una exposición Gausachs en 2005, gracias a su directora Paula Gómez. Otra iniciativa, actualmente,  como la de María del Carmen, en la galería Umbrales del Arte, que nos permite poco a poco damos cuenta del aporte que debe tener el trabajo de él. Su obra tiene que seguir presente tanto a nivel nacional como internacional.

Texto por Patrick LANDRY